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Arcade: Altair (Cidelsa, 1981)

febrero 6, 2019


 

Tras un largo compás, vuelvo a esta sección con la que, una vez más, se pretende redescubrir los grandes juegos recreativos que marcaron una época de nuestra vida. Y ya tocaba hablar de un producto totalmente nuestro, una máquina recreativa que al poco de salir a la calle en 1981 ya despertaba la curiosidad de los aficionados a los videojuegos operados con monedas, allá donde hubiera un salón arcade en nuestra ciudad. Tan aficionados éramos a esas mismas máquinas que venían de otros paises (principalmente Japón y Estados Unidos, como los artífices de esta revolución tecnológica) que apenas reparábamos en que las primeras placas desarrolladas en nuestro pais asomaban en nuestros salones, para sorpresa de propios y extraños, a comienzos de los 80.

Precisamente, es «Altair» el videojuego con el que podíamos presumir en esas fechas frente a otros competidores de gran empaque como Taito, Midway o Nichibutsu, quienes marcaron verdaderamente un antes y un después con sus primeras producciones en el mercado de los salones recreativos. Tras el innegable éxito de «Destroyer», diseñado y desarrollado por EFO SA (Electrónica Funcional Operativa SA) para la empresa Cidelsa S.A. el año anterior, tocaba sacar próximamente un título que fuese igual de adictivo pero enormemente difícil. Y así se hizo, siguiendo en cierta forma la misma estela del juego anterior, aunque con algunas particularidades. «Altair», al igual que ocurría con «Destroyer», toma diversos elementos de otras recreativas conocidas del momento como Galaxian, Phoenix y Moon Cresta en el desarrollo del juego.
 

 
La misión, para uno o dos jugadores por turnos, consiste en tomar el control de una nave espacial que puede moverse en todas las direcciones (no solo izquierda y derecha, sino también hacia arriba y abajo) y abatir toda una legión de alienígenas hostiles.

El juego se divide en ocho fases, siendo la última de ellas la que nos enfrenta a un boss final que nos pondrá en un buen aprieto con sus impredecibles movimientos aleatorios por la pantalla. Si lográbamos abatirlo, volvíamos de nuevo al principio con un mayor grado de dificultad. La particularidad de esta última fase es que un aviso visual y sonoro nos va a advertir de la llegada de un peligro sumamente mayor, en comparación con las anteriores oleadas. Al supuesto «bicho» se le bate disparando a su base, en un modo bastante similar a la nave nodriza del juego «Phoenix», si bien aquí no parará de moverse en todas las direcciones posibles y tratando de aplastarnos de un solo golpe.

Por otro lado, si cualquiera de los enemigos o sus mismos disparos nos alcanzan casi de lleno a ambos costados de la nave en momentos distintos del juego, sólo perderemos la parte afectada por el impacto, no la nave entera, con lo que se nos concede unos segundos de respiro, combatiendo así la tensión alcanzada en ese preciso instante.

Comenzamos con tres vidas y nos obsequiarán con una vida extra a los 10.000 puntos. Cada enemigo cuenta con una puntuación determinada y constante, según la tabla que se nos muestra en pantalla de cuando en cuando antes de echar la moneda para iniciar la partida. Eliminar al jefe final supone al jugador la suma de 500 puntos a su marcador.

La mecánica del juego es bien simple, la de destruir todas las naves alienígenas antes de que éstas hagan lo propio con nosotros. Las primeras fases son relativamente fáciles de pasar, pero a medida que avanzamos y consigamos dar la vuelta al principio más de una vez se va notando sobradamente la elevada dificultad por la que es conocida igualmente «Altair». Dadas las influencias antes citadas, el videojuego peca de una evidente falta de originalidad, pero se suple con un efectista y adictivo ‘gameplay‘ que nos concederá varios minutos y hasta horas de auténtico vicio frente a la máquina.

Al poco tiempo, la empresa Cidelsa volvería a sacar una versión actualizada con bastantes cambios y mejoras bajo el nombre «Altair II», a modo de secuela. Hasta la fecha, aún no se ha conseguido volcar los datos de esta nueva placa para su emulación bajo M.A.M.E. Tanto «Altair» como «Destroyer» sí se pueden disfrutar hoy en dia en este popular emulador multi-arcade.

Con estos desarrollos, España trataba de hacerse hueco en dicho mercado gracias a grandes pioneros del videojuego recreativo que poco a poco iban despuntando con sus producciones. Una mejor aproximación a lo que sucedió en aquellos tiempos en nuestro pais con el amanecer o despertar de los videojuegos recreativos «made in Spain», la tenéis en el estupendo libro «Continue Play? Historia de las máquinas recreativas» de Dolmen Editorial y escrito por Jesús Relinque (Pedja) y José Manuel Fernández (Spidey).
 

Versión Amstrad CPC de Altair

 
Para vuestra curiosidad, la recreativa de Cidelsa fue adaptada al ZX Spectrum y Amstrad CPC entre 2013 y 2014, gracias al ingenio del programador jorgicor. Dichas versiones respetan en casi todo al juego arcade original y se pueden descargar gratuitamente desde la página web del autor.

2 comentarios leave one →
  1. Nosirve Solo Una Prueba permalink
    febrero 8, 2019 9:19 pm

    El sonido es tremendo… o lo silencias un poco o te destrozará los tímpanos 🙂

  2. febrero 10, 2019 5:03 pm

    Habría que resaltar igualmente el trabajo de investigación publicado en Retrolaser.es, de la que parte y hace extensión el libro que comentas.
    En esa serie de artículos se ahondaba por primera vez en los orígenes de Cidelsa (Playmatic) y se nombra a EFO y concretamente a Ferrán (Fernando) Yago como el verdadero artífice del diseño de videojuegos en nuestro país, además de cubrir historia y juegos posteriores a esta primera etapa.

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