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Feliz cumpleaños, Commodore 64

enero 5, 2012

Es la flor y nata de los sistemas de 8 bits y todo un icono para muchísima gente en todo el mundo que en su infancia y juventud han poseido este ya emblemático ordenador, la puerta de entrada al entonces desconocido (pero ya apasionante) mundo de la tecnología y la informática de consumo a nivel familiar y personal. Un ordenador que estuvo mucho tiempo en el mercado y que en estos dias viene a cumplir la friolera de 30 años, que se dice bien pronto, al igual que otros ordenadores de su época, como también lo será muy pronto su vecino de al otro lado del charco, el ZX Spectrum de la británica empresa Sinclair. Desde 1982 hasta 1994 que dejó de fabricarse, se puede decir que tuvo una vida comercial muy duradera y, aun hoy, sigue plantando batalla gracias a sus muchos usuarios repartidos por el globo, sobre todo gracias a que el ordenador, hoy por hoy, sigue estando en boca de muchos de quienes hemos sido sus propietarios tanto entonces como ahora, que seguimos encariñados a su potencial y a sus muchas virtudes, bien sea con las mismas máquinas, bien con los varios emuladores existentes hasta la fecha.

El año pasado, una renovada Commodore volvió a lanzar una nueva versión del modelo 64, pero actualizado y con varias prestaciones muy distintas a las del modelo original: procesador Atom y DVD entre otras características, a pesar de haber mantenido hasta cierto punto el diseño original en su carcasa. Evidentemente, sus ventas no fueron las esperadas, ya no solo por el elevado coste de la unidad con las prestaciones escogidas sino además porque no era lo mismo, era otra cosa; nada que ver con lo que fue en origen. Y un tiempo atrás, Tulip Computers sacó al mercado un curioso joystick en el que incluía la ROM del ordenador y 30 juegos escogidos. Con solo enchufarlo al TV podías acceder a dichos juegos, pero ¿acaso tuvo también la misma aceptación? Quizás no. Y todo porque el Commodore 64 representa una década en concreto y ese espíritu le ha llevado a convertirse en el ordenador más vendido en todo el mundo, por delante de otras máquinas de 8 bits como Apple o el ZX Spectrum, popular sobre todo en Europa.

De este ordenador, es necesario mencionar varias de sus virtudes:

Primero, la memoria. El C64 contaba con 64 Kbytes de memoria, superior a la de su predecesor, el VIC-20 comercializado en junio de 1980. Eran fechas en que lo corriente en ordenadores domésticos de su misma quinta fueran capacidades entre 16 y 32 KB, o incluso menor si contamos las exiguas memorias de los modelos ZX-80 y ZX-81 de Sinclair.

Por otro lado, su procesador principal o CPU. El corazón del Commodore 64 se basaba en un procesador 6510 de la empresa MOS Technologies, que apenas superaba 1 MHz, aun cuando otras máquinas de 8 bits coetáneas en el tiempo como el Amstrad CPC y el ZX Spectrum se basaban en un microprocesador rápido como era el Z80, con una velocidad de reloj de unos 4 MHz y se confiaba en su velocidad para diseñar juegos rápidos. Entonces, ¿cuál era la clave? Pues que dedicaba hardware a gestionar las tareas que más ancho de banda consumían: sonido y gráficos. Ambos conceptos van unidos de la mano en nombre de la calidad de este producto y son los máximos exponentes de su poderío.

En tercer lugar: la aceleración de sprites por hardware. En cuestión de gráficos vectoriales, el Spectrum era mucho más rápido –por cierto, compararlo con el Commodore 64 tiene delito, pero es mejor establecer un punto de comparación para entender en qué mejora el ordenador de Jack Tramiel frente al de Clive Sinclair–. Pero cuando se trataba de diseñar un «matamarcianos» o como dicen los anglosajones «shoot’em-up», en los que la presencia de sprites en pantalla puede llegar a ser bastante alta, el C64 daba el do de pecho. Podía manejarlos y a moverlos justamente desde hardware dedicado.

Y en cuarto lugar: el sonido. Todos están de acuerdo. El chip SID estaba años por delante de su época, frente a la debilidad en este aspecto de los primeros modelos de ZX Spectrum, del Dragon 32, el Oric Atmos o el BBC Micro, otros de los ordenadores que competían por hacerse un hueco en el mercado y mantenerse en él. El sonido del C64 alcanzaba tanta calidad que los músicos de sus juegos se hicieron bastante célebres, tales como Martin Galway, Matt Gray, Tim Follin o Rob Hubbard. En la actualidad, hay en Internet páginas dedicadas a la música SID que recomiendo encarecidamente visitar.

No quería terminar esta relación de virtudes sin antes apuntar un dato: el teclado. Aspecto semiprofesional, de armadura mecánica, pero muy robusto, con ocho teclas de función programables. En sus más de 70 teclas aparecen serigrafiadas todos los caracteres ASCII que el ordenador reconoce abiertamente, incluyendo símbolos gráficos con los que podemos también realizar esquemas o dibujos desde BASIC. Sorprendentemente, varios de esos símbolos pueden usarse en conjunción con el comando PRINT para realizar una tarea distinta; desde realizar un vaciado de la pantalla hasta posicionar cierta palabra o frase en una posición determinada, e incluso ponerle color.

La carcasa o panera, como la llaman muchos de los que formamos parte de la escena, es casi idéntica, salvo por el color, a la del VIC-20. Todo un detalle que demuestra la continuidad de la empresa americana.

Otros detalles a considerar: permite la conexión de cartuchos ROM a través de su puerto de expansión y también puede enchufarse a un monitor de la marca, si bien era bastante frecuente usar el ordenador con un televisor via cable de antena RF.

Sin embargo, no me gustaría referirme a los contras, que son pocos, pero es necesario conocerlos.

Por un lado, el intérprete BASIC del Commodore 64. Desgraciadamente, es algo pobre, aun cuando mantiene un nivel estándar más que aceptable, si lo comparamos con el potente lenguaje Locomotive Basic del Amstrad CPC, el mejor dentro de los sistemas de 8 bits. Es bastante farragoso pretender realizar programas de juegos donde hubiera profusión tanto de gráficos como de sonido desde BASIC, pues para ello hacía falta introducir muchas subrutinas de llamadas a posiciones de memoria, mediante las instrucciones POKE y PEEK, así como manejo de muchas rutinas de bucles con FOR … NEXT para desarrollarlos. No obstante, se comercializó una expansión del BASIC que paliaba en cierta forma la carencia de comandos específicos para estas labores, como fue el SIMON’S BASIC. Ciertamente, en algo tenía que fallar. No iba a ser un producto perfecto, aunque lo habría sido si en Commodore hubiesen tenido en cuenta esta circunstancia.

Otro pero, aunque no muy importante, es el empleo de un reproductor de cintas propio de la compañía, no permitiéndose la utilización de otras pletinas de similar funcionamiento como las que sí se empleaban con otros ordenadores domésticos. Por obligación casi, debíamos recurrir a su Datassette 1530 C2N para usar las cintas de cassette proporcionadas por las casas de software, así como las que usábamos como cintas vírgenes para almacenar en ellas tanto juegos como otras clases de programas. Poseía un tipo de conexión especial y exclusivo para el CBM 64.

Pero, como son detalles casi sin importancia y estos aspectos que bien podrían ser negativos para unos, pero para otros no y por tanto tener una opinión bien distinta de ello, solo queda decir:

¡¡¡MUCHAS FELICIDADES COMMODORE 64!!!

5 comentarios leave one →
  1. enero 5, 2012 9:27 am

    Muy bueno el artículo!!! Todo un homenaje al C64 🙂

  2. enero 5, 2012 9:27 am

    Enlazado dessde CManía!

  3. enero 5, 2012 1:24 pm

    http://retroinvaders.com/c64mania/es/534/feliz-cumpleanos-commodore-64

    😀

    Estoy luchando por volver al lado de la Fuerza… aunque va a ser duro… 😛

  4. bieno64 permalink
    enero 5, 2012 3:15 pm

    Que bien que te ha quedado. Gran artículo para la GRAN máquina.
    Felicidades.

Trackbacks

  1. » Y yo sin saberlo, hoygan

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