¿Con qué pletina cargábais o cargáis vuestros juegos?
El sistema de almacenamiento masivo por excelencia en muchos de nuestros ordenadores domésticos ha sido desde sus comienzos la clásica cinta de cassette (o casete), un formato barato y compacto si miramos algunas de sus pocas virtudes, pero impreciso, inestable y muy maleable en cuanto a sus defectos, algo que muchas veces hemos sufrido en nuestras carnes cuando los cargábamos en pletinas más o menos convencionales. Sistemas como el ZX Spectrum, BBC Micro, Oric, Dragon 32 y los MSX han contado con la ayuda de dispositivos tanto externos como internos (el Plus 2 y 2A de Spectrum, los CPC de Amstrad y algunos modelos de MSX integraban en su conjunto su propia unidad de cinta) que han permitido el acceso o almacenamiento de datos empleando unas simples cintas de cassette, como las que hemos tenido desde los años 70. Tanto para cargar como para grabar nuestros propios programas o juegos, el cassette ha sido el elemento casi indispensable de muchas tardes llenas de merienda, con el bocata de Nocilla o de jamón york con mantequilla y el vaso de leche con Cola-Cao o Nesquik muy cerca de nosotros, delante de nuestros ordenadores, mientras entre bocado y bocado esperábamos a que se terminara de cargar nuestro juego favorito que podía tardar entre 3 y 10 minutos.
Otros ordenadores como el Commodore (PET, 16, Vic-20, Plus 4 y 64) o los MSX por extensión llegaron a contar con su propia unidad de lectura/almacenamiento fabricado por sus respectivas marcas. El Datassette 1530 (C2N) o su otro modelo 1531, dado su acabado compacto y versatilidad, fueron los encargados de proporcionar a los usuarios de Commodore la posibilidad de utilizar cintas en él, tanto por parte de la industria de software como por parte de los mismos poseedores de este ordenador.
En un principio, cuando no contábamos con otras unidades de almacenamiento o acceso como los Microdrive de Sinclair, el Wafadrive o los discos de 5″ 1/4 o 3″ 1/2 (para lo que se usaban periféricos específicos como los de Cumana, Investrónica 200, o cualquier otra unidad compatible), siempre teníamos que apañarnos con una unidad lectora de casete. Muchas veces, porque no teníamos otra cosa mejor adaptada, hacíamos uso de reproductores estéreo, a falta de un modelo más concreto y específico para nuestros ordenadores. Esos «loros» como antiguamente llamábamos eran bastante socorridos y pocas veces consiguíamos cargar efectivamente un juego o programa con ellos (aun cuando algunos de ellos tenían un conmutador mono/estéreo), hasta que empezaron a aparecer pletinas más compactas y diseñadas precisamente para nuestras máquinas.
También es verdad que otros formatos como el disco, de acceso aleatorio, era el más adecuado en muchos aspectos, si bien su carácter endeble también dio pie a muchos comentarios suspicaces por parte de usuarios que han tenido igualmente problemas con su uso.
Wally Week, en su web, también realiza un recorrido por la historia de estos aparatos, haciendo un repaso por los recuerdos que le trajeron estos reproductores en cuestión: «Tener un casette diseñado en exclusiva para ordenadores acabó por convertirse en algo normal: los precios eran aceptables, que no asequibles en la mayoría de casos, y al final casi todo poseedor de un Spectrum tenía uno en casa. Lo que ya no era tan normal era tener dos. Por lo general, bastaba un casette y un “copión” para grabar la mayoría de los programas, al menos en los primeros tiempos del Spectrum. Si hacía falta grabar un programa usando el método “de casette a casette” no pocos echaban mano eventualmente de algún “loro” que tuvieran en casa para reproducir o grabar, aunque muchas veces lo más normal era quedar con algún amigo para grabar el programa de marras con su ayuda y la de su casette. De paso ambos compartían el programa. Años después, cuando se popularizaron las famosas minicadenas con doble pletina, conocí gente que las usaba para grabar programas de cinta a cinta. Sin embargo, en mi caso llegó un momento en que terminó haciéndome falta un segundo aparato, sobre todo cuando los juegos grabados con sistema Turbo se pusieron de moda. Muchas veces no era posible quedar con algún amigo que te ayudase a copiar los programas con su casette, y los “copiones” tradicionales no servían, así como tampoco los aparatos musicales corrientes. ¿Y qué decir de las “peloteras” que se armaban en casa cuando dejabas a tus hermanos virtualmente sin Spectrum porque tenías que llevarte el casette a casa de algún colega para grabar juegos?»
La cinta magnética que recorre en forma de bobina «reel-to-reel» la carcasa tiene un estrecho grosor que permite la elasticidad y su fácil recogida en ambos extremos al bobinarla en un sentido o en el otro, y el buen recorrido en las dos direcciones permitidas. Pero tan fina era que no era extraño el día que se quedase aprisionada por el cabezal de arrastre de nuestra pletina, plegándola de muchas formas, hasta dañar los datos almacenados en ese trozo, haciendo inservible por tanto la cinta con el programa o programas contenidos en ella. Posibles causas para este enrollamiento excesivo en el cabezal de arrastre pasaban desde la acumulación de suciedad en el rodillo (la cinta magnética lo va impregnando por un proceso de oxidación, como ocurre con cualquier otro componente metaloide o metálico con el paso del tiempo) a un posible desajuste de la cinta con la pletina.
Pletinas o reproductores de cintas habremos usado muchas durante muchos años, entonces y ahora, pero siempre hallaremos en ellas un punto en común: siempre nos habremos quejado de la carga de algunos juegos que no conseguían entrar ni con calzador en la memoria del ordenador; o se cortaba la carga por algún destrozo de la cinta provocado por la pletina o bien por la poca calidad de la banda magnética (sobre todo cuando se trata de cargar juegos con sistema turbo) y una bajada de intensidad en determinados momentos bien provocados por agentes externos como un campo radiomagnético impulsado por determinados aparatos, o bien el motor de la misma hacía de las suyas, o el azimut se desajustaba cada dos por tres, y con destornillador en mano venga a ajustarlo de nuevo…
Por mi parte, tener he tenido varios modelos de reproductores de cinta con los que he podido «sufrir» de lo lindo para hacer cargar los muchos juegos que en su dia tuve. He utilizado un radiocassette Sanyo como el que muestro en la siguiente exposición de fotos, un Walkman de Sony, una doble pletina de Sanyo con la que no solo cargaba programas desde cinta, sino también hacía mis «copias de seguridad»… 🙄 …, y finalmente una Computone. En la actualidad, conservo como oro en paño un International como el que veréis al final del todo y funcional al 100%; es la pletina que uso junto con mis pequeñuelos, los «gomas» de 48k.
Aquí va un muestrario de varios modelos muy utilizados en su tiempo. Seguro que algunos reconocéis la vuestra de entre estas pletinas:
o el clásico Computone, si bien existieron varios modelos de similares características como el que muestra la siguiente foto:
Este es mi Computone actual, en realidad un International Super Slim Cassette Data Recorder, esmaltado con pintura dorada.
Con mi Gomas original usaba un radiocasete enorme al que no le funcionaba la radio. Luego ya, el +2. A cuyo casete le cogi un cariño especial.
Que tiempos aquellos. recuerdo cuando se me atasco una letra a causa d ela smigas del bocadillo y yo todo asustado que creia que se habia joribado.
Yo tenía un dataset Commodore para mi C64 🙂
Yo tuve primero un Computone para mi MSX2, pero no cargaba ningún juego. Posteriormente mi padre me compró un reproductor de la marca Philips que sí funcionaba correctamente.
Fantástico Artículo!! 10 para ti! Me lo guardo en PDF!